Taiji

Todos los años hay una cruenta cacería de delfines en Taiji. Me informo frecuentemente sobre temas de maltrato animal (por razones que serían un ensayo), pero evito ver fotos. No lo necesito, no lo soporto. De Taiji solo he visto las playas y el agua de mar que se tornan sanguinolentas por las atrocidades del peor animal que existe.

Hoy, sin querer, vi una foto de la cacería. No había sangre, el delfín estaba vivo, pero la foto me pulverizó: el delfín estaba inmovilizado y fuera del agua, colgando en uno de esos sacos que usan para transportarlos. Se lo llevaron. Lo arrancaron de su vida para venderlo y para que termine tirado en algún tanque estrecho y miserable, si no es que esclavizado en un parque acuático.

La mirada del delfín a través del saco, eso me destruyó. Sus ojos. Pensé que hubiera sido mejor que asesinaran al delfín, como probablemente asesinaron a su familia. Sería preferible morir a agonizar por años en ese mundo atroz creado por seres humanos grotescos.