Las autoridades que te pusieron a cargo confían en vos. Y te van a traicionar; a vos, a nosotros, a la causa. Montaron la fachada política de defendernos, con una disposición que intenta ser genuina pero que no es más que la suma de sus buenas intenciones y su inexistente autocrítica.
Tenés un tiempo limitado para aprovechar las características que les hicieron creer que eras de fiar. Hay que romper algunas cosas, prenderle fuego a otras. Abrile la puerta a cuantas personas oprimidas podás, antes de que las autoridades se den cuenta de que estás haciendo un buen trabajo. En ese momento te reemplazarán por alguien más acorde a sus necesidades, alguien mediocre.
Las autoridades no tienen idea, o más bien no les interesa. El odio y el horror están ocurriendo con toda impunidad y con el respaldo de aplausos ensordecedores. Te deja sin palabras que la destrucción de otros se deje pasar sin oposición alguna. Te da miedo esa crueldad que tan fácil y rápidamente permea el tejido de una sociedad. Te da miedo que seamos los próximos porque a nosotros también nos dejarán morir.