Una de las cosas más bonitas de la ficción es que hay un mundo que continúa creándose después de que la obra llega a su fin. La canción termina, la historia se acaba, pero el mundo construido en ellas sigue en expansión (aquí hay un estudio guapo al respecto, fanfiction as imaginary play).
Sé que mucha gente no es partidaria de conocer interpretaciones de una obra que no sean la propia, o, peor, de conocer La Interpretación pretendida por quien creó la obra. Me pasa lo contrario, sobre todo con canciones de artistas que termino absorbiendo. Quiero saber qué es lo que no estoy viendo en una escena o cuál es el aparatoso conflicto que se esconde en un estribillo.
Esta es una de mis canciones favoritas:
Mi yo futuro tendrá otra historia que contar sobre ella, pero a lo que vengo ahora es a dejar el recuento de lo que pasa en la canción. Esto no invalida mis propias elaboraciones mentales ni las de nadie (otra cosa bonita de la ficción), y de hecho en algunos puntos no hay dónde perderse en lo que está pasando…pero podría pasar el día en textos como el de abajo. Jamás se me ocurrió que habría una televisión en la habitación.
Es una canción de rock & roll típica de una fiesta, pues la música suena alto, las botellas de champaña y los espejos para cocaína están en la mesa, y una manada de ebrios están pasando el rato en una esquina de la habitación, robándole miradas al arrogante cantante apoltronado en el sofá (Bowie parece estar viendo televisión la mayor parte del tiempo). Con Bowie, sin embargo, usualmente todo se reduce a quién tiene el mejor ángulo, y para el coro de la canción te das cuenta de que hay alguien más hip que él en la habitación. Ya sea el anfitrión de la fiesta, Shakey, o un dealer, o un ejecutivo de disquera (tal vez es todo lo anterior), el “Hombre” del título perturba a Bowie, lo descoloca. Finalmente, él huye de la fiesta y se dirige a la calle. Con todo el pavoneo que “Watch That Man” tiene, termina con Bowie humillado.
El movimiento progresivo de la canción —los versos se mueven de A a F#m, mientras que el coro comienza con una bofetada, tres pasos hacia arriba (“Watch! That! Man!”, over A/D/G). Ronson usa ambos amplificadores para dominar la habitación, Woodmansey da uno de sus desempeños más sustanciosos, Bolder mantiene la corriente pantanosa en movimiento. Los recién llegados incluyen al pianista Mike Garson, quien irrumpe en el flujo de conversación de Ronson, y las coristas—Linda Lewis y Juanita “Honey” Franklin. Estas dos últimas huyen de la fiesta con Bowie, pero suenan tan fascinadas por su rival como él.