Acabo de terminar un libro y comenzar otro. Ese es mi estado silvestre, pero lo relevante aquí es que ambos libros están escritos en primera persona; llámense Libro 1 el que terminé y Libro 2 el que acabo de comenzar. Leí mucho sobre los efectos de narrativas en primera y tercera persona para mi tesis doctoral sobre psicología y ficción (sobre esta etapa de mi vida solo puedo decir: gozadera total). Que la empatía, que la identificación, que la distancia, que la activación de partes del cerebro. Ningún punto de vista es superior por sí solo para contar una historia, pero la primera persona suele asociarse más frecuentemente con ficción ligera, novata, de “menor calidad literaria”, si vamos a andar de snobs.
Escribí la primera versión de mi novela En caso de avistar monstruos marinos en primera persona y el resultado fue vergonzoso. Me acordé de esto al terminar Libro 1, que tenía una historia atractiva en un entorno muy bonito, pero tenerla contada en primera persona me mató el romance. ¿Cuántas veces vas a decirme que reaccionaste alzando las cejas? (al menos una vez por capítulo, Santo Dios, sin contar los otros personajes que también reaccionaban alzando las cejas). ¿No suena un poco tonto describirle a la audiencia lo voluptuoso y salvaje que es tu propio cabello, una y otra vez? ¿Por qué hay cuatros personas hablando en primera persona pero todas suenan igual?
La cosa es que yo cometí el mismo error de hablar en primera persona en la novela. Perdón, persona de la editorial que se echó todo ese manuscrito y aún le quedó espíritu para explicarme por qué lo rechazó. Sus comentarios me dejaron claro que esta historia no se contaba bien en términos de un yo. Fue una tremenda arrastrada a mi orgullo. De repente me pareció obvio que hablar en primera persona no sonaba bien, y sentí que había perdido años trabajando en algo que no funcionaba.
A ver, unx puede escribir como le dé la gana, y claramente esta esquina del internet no es una fuente de mandatos. Por cada persona a la que no le guste un libro, habrá otra que lo disfrutó un montón. Libro 1 ganó un premio muy importante y heme aquí, yo que vivo en perpetuo fracaso, despotricando contra él. Sin embargo, después de que mi ego fuera arrasado una y otra vez por aquella retroalimentación y otros rechazos, puedo decir que aprendí algo. Tantas descripciones del entorno exterior, con comportamientos y reacciones que el/la protagonista describe como si estuviera frente a un espejo o viéndose en un video, y diálogos internos aquí y allá, no van bien con la primera persona.
Que pase ahora el Libro 2, también escrito en primera persona. Qué manera más hermosa de escribir la de este autor. Con este contrapeso, que elegí por casualidad después del Libro 1, entendí por qué Libro 1 no me gustó, a pesar de que la trama me pareció atractiva.
En Libro 2 no hay cámaras que siguen la acción para que el protagonista me haga el voiceover de su reacción de levantar las cejas (perdón, quedé harta de que hicieran eso en Libro 1). El protagonista no va a decirme eso. Sus reacciones son más enredadas, más íntimas, más elaboradas. Todas esas desviaciones estilísticas que hacen que lo que conocemos tan bien nos parezca nuevo. El protagonista se enamora de un bartender (Diosito bendiga la bisexualidad) y la situación es todo diálogo interno que dice que intercambiaron miradas colochas sin decir que intercambiaron miradas colochas.
Supongo que la moraleja de todo esto para quienes escriben es jugar con distintos puntos de vista para contrastar qué ángulo de la cámara muestra mejor lo que queremos contar. Finalmente escribí la novela en tercera persona. Quedó mejor así, creo yo. Al menos nadie me ha dicho que sea una historia mal contada. Es cierto también que nadie (que no tenga un vínculo afectivo previo conmigo) me ha dicho que sea una historia bien contada, pero me aferro a pequeñas victorias.